
Al pasar por ese hoyo que jamás vi, la rueda se pinchó. Tuve que acercarme a un lugar iluminado para cambiarla. Saqué la de repuesto, saqué la pinchada, puse la de repuesto y estaba desinflada. Era media noche. Saqué la de repuesto, puse la pinchada. Caminé 10 cuadras hacia una bencinera con la rueda en brazos sin que nadie me ayudara. La inflé y me volví con ella rodando por la calle. Saqué la pinchada y puse la recién inflada.
Me fui a la casa. Llegué a las 2 de la mañana. Ahora estoy muerto de sueño en el trabajo.
Cuando pinchas una rueda y la de repuesto está desinflada.
¡Cuidado!
Aún te quedan otras tres que puedes pinchar.
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