Aquellas reuniones eran semanales. El jefe les comentaba todo lo que alcanzaba a anotar en la reunión que tenía en conjunto con sus pares y a su vez con su jefe. Reuniones en donde él, se imaginaba, se pedía explicaciones del porqué los asuntos de la empresa no estaban listos, aquellos temas que se solicitaban “para ayer”, como se solía mencionar sobre los proyectos en marcha; y obviamente, luego, esas preocupaciones eran traspasadas, en donde tenían que dar las explicaciones; en donde lamentablemente, la mayoría de las veces se terminaba en una conversación de dos personas, en donde una imponía a fuerza de cargo sus ideas, sin pensar en la opinión profesional de quien sabía más del tema.
- es por esa razón, como dicen, el que sabe… sabe y el que no, es jefe. – pensaba mientras tomaba asiento en aquella sala de reuniones en donde se encontraban todos sus compañeros de trabajo y en la cabecera, tal rey Arturo en su mesa redonda, su, jefe.
Estando ya todos sentados, el show comenzó.
- En esta ocasión, aparte de conversarles sobre las decisiones tomadas a nivel gerencial por parte de nuestro líder para mejorar aún más el nivel o clímax en lo oficina, me permito dar y pedir un aplauso por el cambio realizado ayer en la noche.
En aquel instante, mientras estaba tratando de no quedarse dormido, despertó casi de salto al escuchar a aquel individuo pronunciarse sobre lo que él había realizado en la noche, sobre aquello que tanto dolores de cabeza le había ocasionado y que esperaba que con el cambio realizado, estos se acabaran, por lo cual, se sentó correctamente para escuchar bien sobre lo que se iba a decir.
- es por eso que le vamos a dar una felicitación con un aplauso y con una anotación positiva en su hoja de vida.
El sonido producido por el golpe de las manos que salía de cada de unos de sus compañeros nublo por unos momentos su vista y sus pensamientos e hizo que cerrara los ojos, se concentrara y disfrutara cada uno de ellos; ya que aunque él no lo quería aceptar, siempre quiso el reconocimiento de algo que haya hecho, de algo que por muy insignificante que fuera, hiciera que sus pares, inferiores o superiores le dieran algún tipo de reconocimiento.
Aquello le hizo pensar que todo el sacrificio realizado la noche anterior, y todas aquellos trabajos hasta altas horas de la noche, las trasnochadas debido a problemas que se habían presentado sin razón alguna quedaban atrás como un mal sueño, un mal insignificante que jamás lo volvería a recordar, ya que aquello que estaba ocupando espacio en su memoria estaba siendo llenado con otra cosa, aquellos aplausos, reconocimientos y felicitaciones que no había tenido y que había esperado tanto, desde la llegada a aquel lugar tan extraño, tan lleno de doble estándar. Lugar desconocido para él, en donde la lucha de poderes de los monarcas hacían que los pobres plebeyos se convirtiesen en aquellos soldados, aquellos primeros soldados enviados a la guerra sólo con el fin de, o de medir la fuerza del enemigo o del disminuir la potencia del ataque de éste, o de disminuir su arsenal bélico, en donde una batalla por la libertad de un pueblo o la lucha por un ideal se convertía en un pleito de banda, en pleito de clanes de mafia opuestos, en donde se competía por el favor del “Don”; en este caso, haciendo mayores proyectos que los otros rivales o llevando a cabo la mayor cantidad, los cuales poder colgárselos como medallas o trofeos y llevarlos a los superiores como ofrendas, siendo que alguna de la veces, éstas, no fueran ni siquiera otorgables a los cerdos.
Lamentablemente para él, los aplausos comenzaron a disminuir, a escucharse cada vez más lejos, cada vez más despacio, hasta que el último dejó de sonar y la reunión continuó, pero ahora la situación era distinta, ya que no ponía mayor atención de lo que ahí pasaba, sólo esperaba la hora de salida para ir a disfrutar su triunfo con sus seres queridos y sentirse por si mismo más grande que el día de ayer o tan simplemente para dormir y recuperar esas horas de sueño. Esta vez, el sueño iba a ver placentero.
Al término de ésta, aquel ser que unos minutos atrás los había llevado a los altares como un héroe olímpico, con una sonrisa en su cara, de aquellas que son de traición, se acercó.
- espera que todos se vayan por que tengo que conversar contigo.
Sólo su compañera más cercana se percató de lo dicho, pero jamás se imagino la razón por la cual lo estaba haciendo esperar que todos se fueran de la sala de reunión.
Cuando sólo ellos dos quedaron en la sala, comenzó la conversación. Estaban uno sentado frente al otro. Uno de ellos tenía una sonrisa en cara la cual no muchos podrían confiar en ella; el otro, sólo lo miraba, un poco temeroso, ya que sabía que esa sonrisa no podía ser tal, que aquel era una persona muy poco demostrativa de sus estados de carácter y poco confiable en sus expresiones faciales, y una cosa que había aprendido en aquel extraño lugar, era que no podía valerse de lo que sus ojos interpretaban, tenía, en esa ocasión estar más despierto y atento que nunca.
- independiente del logro que se obtuvo el día de hoy, por el cual solicité una felicitación del grupo hacia tu persona, debo decir que el desempeño presentado por tu parte hacia nuestra organización … -
- una de las mejores empresas para trabajar en Chile – pensaba en forma irónica que era lo que posiblemente iba a decir –
- una de las mejores empresas para trabajar en Chile, … -
- que predecible –
- no es del todo, por no decir nada, de los satisfactorio o de lo que esperamos por parte de nosotros de tu persona y que quienes conformar este gran grupo; por lo cual, como las condiciones y reglamentos de la empresa lo solicita, te hago mención que esto es una advertencia sobre tu comportamiento; lo cual significa que si en exactamente 30 días más no cambias tu posición frente a la labor realizada, no nos queda…
- no te queda, querrás decir - pensó
- … otra alternativa de dejar tu puesto a libre disposición de la organización para que ella se encargue.
-¿te quieres deshacer de mí? – se preguntó – te quieres deshacer de mí – pensó.
- Además, como esta decisión la tomamos en conjunto con mi superior el día de hoy en la mañana y el error tuyo de no hacernos participes de tus decisiones fue cometido ayer, la advertencia corre con un día de desfase, por lo cual sólo te quedan 29 días.
- 29 días –
- si, 29 días, en los cuales te estaré vigilando…
- vigi… - no entendía que lo que estaba pasando en ese lugar. Primero lo felicitan y luego lo reprenden…
- y como esta advertencia es de carácter formal, te traigo aquí dos documentos los cuales deberás firmar – puso sobre la mesa dos papeles con muchas letras que en conjunto formaban palabras incomprensibles para él. Sólo pudo entender el carácter en la esquina superior de éste; era el logo de la empresa – si quieres claro – dijo con voz amistosa, dando una sonrisa y esperando una sonrisa de su parte, la cual, ante la situación inexplicable que ahí se estaba generando, y el nerviosismo de la situación, la obtuvo – para dejar todo legalizado, una copia para mi y la otra copia para ti.
- ¿debo firmar? – una voz sin tono, lineal fue la que se escucho en ese momento.
- Si quieres, claro.
Tomo los papeles, metió su mano en el bolsillo de su camisa para buscar algo por instinto, miró a su superior, se levantó de la mesa con el lápiz que había sacado del bolsillo y que además le habían regalado al momento de entrar a dicha organización, un lápiz de metal con el logo de la empresa grabado finamente en él, y mirándolo a los ojos quedó en silencio.La vista se le nubló un poco sin querer. La razón era que los ojos comenzaron a lagrimear sin que él lo quisiera. No quería parecer débil ante este sujeto que estaba frente a él, pero se sintió sólo, sin armas con que defenderse. No supo que rumbo tomar y las manos le templaron.
- hace unas horas solucioné el mayor problema y ahora no quieres que siga. – pensaba mientras lentamente sentía un frió en la nuca que comenzaba a aumentar.
Ahora lo tenía todo claro. El recuerdo de una frase en particular fue lo que le aclaró la situación:
“Inocente soy de la sangre de este justo”
Y con una sonrisa en la cara, una sonrisa hacia el lado, la cual denotaba plenamente una alegre ironía de su parte, se acercó a su jefe el cual lo continuaba mirando y con su mano derecha lo tomo del pelo y con la izquierda enterró con fuerza el arma, la cual se había convertido en ese instante aquel artículo de oficina, entre sus ojos, el cual mantenía la sonrisa, pero que fue disminuyendo lentamente y se fue enrojeciendo debido a la sangre que saltaba del agujero creado hace unos segundos. Luego de esto, con un sólo movimiento de la mano derecha que aún lo sostenía del pelo, lo golpeó contra la mesa hundiendo completamente el lápiz en el cerebro a aquel ser que aún vivía, pero que a esas alturas ya no estaba conciente y que iba perdiendo su vida a cada segundo, como iba perdiendo sangre, la que iba abarcando aquella mesa de reuniones.
PD: basado en un hecho muy real.
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